1.6.06

esa angustia (Francisco Faig)


Recuerdo haber leído la novela hace como dos o tres años. La impresión que me quedó es que era angustiante. No sé si era así y si era la intención, pero estaba buena justamente porque lograba trasmitir bien esa angustia (lo cual en sí no está tan bueno... pero bueno, la crisis no estaba muy buena y ese Montevideo tampoco). Creo que es el calificativo más sintético y real. Años más tarde, es lo que recuerdo. (Me pasó algo parecido con una novela de André Gide, una vez, la Symphonie Pastorale, que me pareció mucho tiempo como transmisora de paz... Sin que ello sea necesariamente así, porque de grande, no me pareció que así fuera.
Francisco Faig (politólogo)

3.5.06

decamerón telemático (Lucio Sessa)


Acabo de leer esta espléndida novela. Enhorabuena: me gustó mucho; algo como un Decamerón del siglo XXI, un Decamerón telemático lleno de soledad y neurosis.
Lucio Sessa (traductor)

14.9.05

voy por la cura (Marcelo Vidal)



: : montevideo : :
la tormenta quiebra. arranca de raíz el musgo. muta el paisaje en una apocalíptica grisura de leña inútil. de retorcidos fierros estériles. inunda y ahoga.
: : hace un mes que terminé el exilio : :
me lo tomé en tiempo real. de dedos golpeando el teclado. con martes hasta las 4 de la matina, y miércoles. y jueves. y cigarros en la cama. envuelto en la atmósfera pesada de un invierno que lo sentí más frío.
: : vuelvo a mi propio exilio : :
paso por el lago del parque. la devastación me lleva de vuelta a la melodramática banda sonora de esas páginas. me había propuesto escribir. pero me había boludeado. las secuelas del exilio vuelven en cada ráfaga gélida. qué puedo decir. que me re-colgué. que me gustan las historias cuando son auténticas. me envolvió y no me dejó salir de mi cuarto. me impregné de una ciudad de amor y odio. de mediocridad y des/esperanza. la mía. me conecté a una dimensión de personajes que hasta creo conocerlos. o por lo menos me los he cruzado. de alguna forma.
: : voy por la cura : :
* enviado por Marcelo Vidal (músico y diseñador)

11.9.05

un portento (Marcelo Bertalmío)


El exilio según Nicolás me ha parecido una novela buenísima, llena de cosas fenomenales, empezando por la estructura misma del libro, en especial la de la parte Descomposición. El manejo del suspenso y la tensión; también las descripciones de una Montevideo apocalíptica pero con planteamiento-desarrollo-desenlace... Bueno, nada: un portento. Después me explayo.
* desde algún lugar de Italia por Marcelo Bertalmío (cineasta)

8.9.05

los modos del exilio (María T. Vera Rojas)


Leí El exilio según Nicolás y me gustó mucho. No sé si mi opinión cuente tanto, pero me gustaría escribir sobre algunos problemas en los que pensaba cuando leía la novela (la paranoia que genera en Nicolás la violencia urbana y mediática, por ejemplo; o los modos de exilio de los sujetos urbanos del siglo XXI). Igual creo que lo único que discutiría es la propuesta de los sujetos femeninos.
* enviado por María Teresa Vera Rojas, desde Houston.

2.9.05

lOS eXiLIOs dE nICo (Willy Baltar)


Escribir sobre una novela. Escribir sobre una narración. Narrar sobre lo que otra voz ha contado. Describir situaciones ajenas. Relatar emociones extrañas. Mundos que se nos van haciendo propios. TEMOres e infIERNos. Rostros de un juego virtual:
viDAS CRUxadas. Desarrollar un temido exilio de soledades. El gATo amamanta al ROedoR Y viCeversa. Escribir sobre el simulacro de una escapaDA, UNA hUIDa a ningUNA pARte. Un
miami que no existe y un mONte / vIDEo vaciado y
viciado. Un cielo oscuro sobre las aguas de falso resplandor. Ni charlie haría surf en ese pantanal de fango y cádaveres. Y así y todo, El exilio según Nicólas se sitúa en del contexto de una ciudad varada, acosada por una extraña epidemia. Saque el lector sus conclusiones: tedio, estupidez, aburrimiento, mediocridad, reino de las
banalidades, desesperanza....
El juego virtual situa al lector en el imaginario paisaje de las probabilidades. La huída es al interior del verdadero infiErno. El exilio se acrecenta en esa búsKeda de posibles respuestas siempre incontestadas. Interesante planeamiento de sobrevivencia, fingir UNA partida irremediable. Desasociego y decepción se entrecruzan en un lenguaje punzante y dinámico. Por mOMEntos AY aceleraCION Y VértiGO. uNA usinA DE sUspenso paRApolicial.
No mE PIdAN UN REGISTRO AkADemicista de esta novela. Los proTagonistas hablan por sí mismos y el narrador inunda de imáGENEs céLebres, LOS supuestos renglones de las páginas. 1 céLular dormiDO a perpetuidad dentro del frigorífico, disCos y libros aPilados, cukaracHAS ke apaarecen cada tanto y un monitor centellante que naufraga junto a las penalidades del protagonista.
haY UNA CIERta PUNkituD EN LAS atmóssferas DESCRIPtas. eN LOS pARQUES arrasados y en los PeRRos cocinados a fuego lentO.
O eN la interioridDad de las habitaciOnes del protagonista -donde trasNCURRe gran parte de/la noVela- en el aislamiento de Un CyberespaciO DESTInaddo al fracaso. EN La inutilidAD DE
toDo AISLAMiento.
Ay tb. un ejercicio de esperanza y amistad entre Laaas DIAlecticAS de los personajes Y 1 GEOgrafía conocida que lo enmarca en una tIEMPO y espaciO fóbIKO. un sugerente rELATO DE estosss dÍas sOBRE los kE NADIE ESKRIVE NADHA. Es significativo el espacio de la conformidad y la resinacIón CUANDO lA mediocridad hace lustros que se ha acentUado.
A veces se generan voces que desde una perspectiva personal intentan desmistificar las supuestas bondades de nuestros entorno. Peveroni lo hace. Ya desde una partida de ajedrez o desde su óptica inquisitora sobre la ciudad. EScuchando a Pulp y a Suede o participando en una MIsa ricoTerA, mientras espectrOS de vvocess fémeninas, susurran dilactantes pormenores de antiguos registros DE veSOS.
nO vOY a delatar los pormenores de la novELA, ella se lee por sí sóla y adquiere vidA propia.
El leector aTENTO, eL BUCeador / boXEADOr de verdades, encontrara en estass páginas quizas más de una metafora sobre el absurdo cotidiano, las relaciones humanas y sus múltiples formas de exilios. Luces y sombras de estos años podridos y nefastos.

* enviado por gUilleeeerrmo BALtar.

1.9.05

al modo americano (Sylvia Meyer)


No pude parar de leer. Tiene eso que tienen los escritores americanos que más me gustan: la velocidad y el momento. Si hasta parece que es uno el que va viviendo y contando la historia. Ahora voy a seguir con La Cura.
* enviado por Sylvia Meyer

30.8.05

de un tirón (Silvia Ortin)


Leí la novela de un tirón. Me encantó. Tiene un suspense que no te deja -literalmente- parar de leer. Ya contaré de la otra novela, que me la llevé a leer al campo.
* enviado por Silvia Ortin

22.8.05

acotaciones pop (Martín Otheguy)


La novela está muy bien. Creo que la segunda mitad repunta definitivamente. No es que me desagradara el principio, ni nada que se les parezca, pero había cosas que no me cerraban en las primeras cien páginas, sobre todo el tema de la intriga cibernética. En la segunda mitad del libro se logra definitivamente la empatía con los personajes, al menos desde mi punto de vista, y está muy bien y original el alternado entre el texto y las transcripciones del chat, porque logran despertar un interés e intriga que al principio no se daba, cuando los personajes no aparecían muy desarrollados. Te confieso que me enerva la parte del recital de los Redondos, pero me da la impresión de que a vos también al escribirla y que ése era el objetivo. El resto de las "acotaciones pop" me divierte mucho.
* enviado por Martín Otheguy

15.8.05

exilio psíquico (Rossanna Piedra)


Nicolás creó el juego ideal para un exilio psíquico envidiable.
Una historia en clave de rock.
Meses como domingos.
Una ciudad y una vida tan gris que da esperanza.
"Maldición va a ser un día hermoso".
* enviado por Rossanna Piedra

5.8.05

menage a trois (Martín Otheguy)

Todavía no la terminé, porque estoy alternando la lectura con Anthony Burgess y Jerome K., tal cual mi costumbre... Mi costumbre no es alternar Peveroni con Burgess y Jerome sino leer tres libros a la vez, para distintos momentos. Una idiotez, pero me agarré la costumbre. Lo que leí hasta ahora -voy bastante- me gustó. Es como un menage a trois entre Nick Hornby, los policiales de Greg Iles y Albert Camus... Me gustan mucho más las partes que yo arbitrariamente relaciono con Hornby y Camus, aunque no sugiero con ello que el autor haya tenido influencia directa ni mucho menos. Lo digo a modo elogioso, claro.
* enviado por Martín Otheguy

4.8.05

segunda carta oscura (un tal Manu)

nico: ayer te envié un e-mail. ¿te ha llegado, tío? estoy paseando, sí así puede llamarse a esto, por la zona devastada del parque batlle. ya no hay perros y los montevideanos han comenzado a comerse los unos a los otros. como tampoco hay árboles pronto nos quedaremos sin mobiliario y sin todo aquello que produzca combustión... eva te mintió: conozco a willie y sé que él se fue mucho antes con aquella puta de bratislava. mucho antes de que dejara de sobarle a patty smith el regusto de sus tetitas lánguidas.
* enviado por un tal Manu

3.8.05

carta oscura (un tal Oscuro)

Nico: hoy estuve todo el día pensando en escribir sobre la novela. Pronto lo haré. Nada técnico. Diré lo que pienso de tu exilio, que en cierta manera es también el mío, aunque mi vida está tan cruzada que no tengo necesidad de inventar ningún juego... Una apreciación: dentro del campo de las suposiciones, algo tan personal como eso, pienso que el rock murió no con los Pistols, sino con Nirvana, aunque... si me pongo estricto, el rock murió después del Album Blanco. Una pregunta: cómo alguien se autoexilia, pretendiendo no ser rastreado y atiende un llamado del portero eléctrico? (pág. 146: Nico conoce a Carmen ). ¿Fue un deja vu?

* enviado por un tal Oscuro

PD: Para mí, el rock murió como discurso. Capote era el que hacía Cerminara.

25.7.05

reality chat (R.C.)

Entretenida, contemporánea, sutil, reflexiva. Esta novela muestra de lo que es capaz la nueva narrativa hispano americana, no sólo rioplatense sino glocal (global y local). Una narrativa diferente en concepción e intenciones del llamado “boom” y del “post boom”, no por oposición mecánica, contestataria y simple, sino por elección e imperio de la fuerza de los tiempos.
Si la escritura de Peveroni se podría insertar en la que ha sido dada en llamar “cultura del malestar”, es al mismo tiempo un punto de partida por entero diferente: Montevideo, la capital más austral del mundo, es amenazada por una peste que desciende desde el Norte, una crisis económica brutal azota lo que otrora fuera la taza del Plata (cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia). La peripecia y agilidad reinauguradas con un oficio por demás diestro. No es extraño que el autor sea uno de los más destacados autores teatrales de estas latitudes.
Nicolás, el protagonista, no emprende el consuetudinario camino de la emigración económica o la protesta política, tampoco se encierra en sí mismo, como un cuitado Werther del neo romanticismo, post Goethe, trasnochado en los mares del sur. Opta por otra cosa, que hubiera agradado sin duda al maestro fundacional de Onetti, al argentino admirado por Piglia, Roberto Arlt: el personaje se mete en el universo (¿virtual?) de la informática, en el laberinto de las redes invisibles pero reales, en la comunicación asidua y febril, donde se crean y se deshacen vínculos, donde crecen y declinan pasiones cuya carga reflexiva no es jamás explícita, sino que se presenta al alcance de la mano, velada de mil maneras, para el que quiera asirla con inteligencia.
El alcance deontológico, como suele suceder en la nueva producción ficcional latinoamericana, es dejada con absoluta libertad en manos del lector. Mientras sus padres han emigrado, mientras sus allegados optan por Miami u otros destinos, Nicolás inventa, decide, funda como un máximo hacedor, un exilio nuevo, un exilio distinto, absolutamente inesperado, para nada convencional: el exilio in situm. Se encierra en su casa, dentro de la ciudad y se aboca a una frenética comunicación informática, a un verdadero reality chat que lo conducirá por caminos desopilantes y trágicos.
Cerca de los españoles Ray Loriga y Benjamín Prado, cerca de los chilenos auto exilados Roberto Bolaño (Premio Rómulo Gallegos) y Alberto Fuguet, planteando un cierto parentesco con el boliviano radicado en Estados Unidos, Edmundo Paz Soldán (autor de la novela Sueños digitales, otra obra literaria que toma como punto de partida las llamadas nuevas tecnologías), Peveroni se erige como un original hacedor de una historia, y de una serie de historias subsidiarias que plantean el ejercicio de la mejor literatura en tiempos arduos, raros. En estos tiempos.
Entretiene, claro. Y, por si fuera poco, hace pensar.
* enviado por R.C.

14.7.05

ni triunfal ni rosa (María Esther Burgueño)

Tengo la sensación de que hay como una percepción de la novela que arma cada lector, de acuerdo con sus vivencias... Como siempre, bah. En lo personal, la experiencia del "insilio", ese término tan uruguayo, me resultó muy intensa. Creo que el narrador protagonista ha hecho una elección, como las que hicimos todos en la dictadura. Cuando un país es asolado por una peste, uno puede buscar las geografías de escape o desterrarse en su adentro. Comparto las referencias a Kafka que se hacen -un Kafka cibernético, por cierto-, pero me sentí más próxima a Levrero que, como Nicolás, se había refugiado en su adentro y tejía un juego infinito desde el laberinto de la red de redes. Como un solitario minotauro en su refugio (por algo el e-mail de Levrero era "asterión").
Nicolás inventa un juego, pero como en toda la literatura contemporánea los juegos son metáforasde la vida. Así la rayuela o el final del juego o el ajedrez. Sólo que hoy los hombres no leen su destino en una baraja, o en una pieza, sino que aislados y comunicados se entrecruzan. Esa es, a mi juicio, la metaforía central. Uno puede y debe aislarse en su juego, pero también puede y debe tentar diferentes identidades, porque quizás como Pessoa, uno se mira al espejo un día de marzo de 1914 y descubre que desde allí lo miran otros "yo", que son y no son, uno mismo.
La impronta policial que subyace, no el policial analítico de Poe y sus seguidores, sino un policial más dark, más Chandler, más próximo a la onerosa amenaza de las conjuras y las amenazas metafísicas. La búsqueda de Nicolás, por cierto un nombre con sabor a herejía, está dada en función de la resistencia, de probar cuáles son los límites que soportamos para cumplir con el juego que nos porpusimos. Alguien habla por allí de claustrofobia. Obviamente el encierro la provoca. Pero la salida de Nicolás no resuelve ese tema. Se habla mucho de un final "rosa", pero intuyo que la fe de los que bautizan a su hijo es otro enigma que Nicolás no entiende. Está allí, participa, pero como admirado y secretamnte envidioso de quienes son capaces de concebir una salida. La escena del recital de los Redondos me confirma esta idea: mientras la leía sonaba en mi cabeza: "Un mudo con tu voz y un ciego como yo/ vencedores vencidos". No creo que esto sea muy triunfal.
Cuando vi El hueco, escribí unas líneas para mí que se llamaban "me voy corriendo a ver qué ha escrito en la pared la tribu de tu calle". Creo que hay una lectura estrábica posible en la novela. Por detrás de lo que algunos llaman "final rosa", yo encontré otros modos de la soledad colectiva que, por ejemplo, el indio Solari plasmó como nadie. En fin, eso de "ensayo general para la farsa actua/: teatro antidisturbio". Nicolás sale. ¿Adónde? ¿Para qué?
Nada... estaba pensando... me pareció una novela tan interesante que ya cumplió con su destino histórico.
La presté y ya no sé quién de mis amigos la tiene y la está leyendo. Con admiración y cariño y enorme gratitud por tu esfuerzo constante por darnos a través de la creación un sentido más completo y complejo de lo humano.
* enviado por María Esther Burgueño (profesora)

6.7.05

revista freeway (por Andrea Blanqué)

Reseña publicada en la edición de julio de 2005 de la revista Freeway.

20.6.05

nicolás kafkiano (Amanecer Dotta)

La novela El exilio según Nicolás me transportó a un mundo kafkiano, lleno de angustia por las avatares del personaje. Moderna y montevideana hasta decir basta, no la pude largar hasta el final. Para los veteranos como yo, me ayudó a entender varias claves en las que se mueven los jóvenes de hoy.
* enviado por Amanecer Dotta (dramaturgo)

17.6.05

el gran voyeur (Daniel Renna)

Para mí, la lectura de la novela se trata de una situación curiosa, ya que según los cánones habituales, yo vivo en el exilio hace casi diez años, aunque no lo siento para nada así. De todas formas, las perspectivas espacial y temporal dan un nuevo punto de vista. Desde la distancia, y cada vez que he vuelto a Uruguay, me ha llamado la atención la gran pasión epistolar que se da a través de Internet. No sólo con uruguayos que viven fuera, si no entre la gente que está en Uruguay. Veo que la correspondencia virtual es algo generalizado, mucho más que en España, creo yo, al menos proporcionalmente. Esto está perfectamente reflejado en la novela. Creo que el messenger y los chats son un elemento actual de peso en la cultura uruguaya contemporánea. Al menos para una generación.
Con este telón social/tecnológico de fondo, la novela es en mi opinión un viaje iniciático inconsciente que Nicolás, el personaje central, realiza. Nicolás se enfrenta a su propia neurosis sin saber muy bien qué es lo que sucede en cada momento ni cómo va a terminar. Se enfrenta con su gran adversario, Oscuro, que podría ser casi su alter ego (Satán, del hebreo Has, que significa “El adversario”). La inclusión del ajedrez como imagen de este enfrentamiento me parece brillante. El encierro de Nicolás es un retiro espiritual contemporáneo y disfuncional, al mismo tiempo que intenta jugar a Dios, el gran voyeur. Ese exilio es su travesía por el desierto cibernético, en el que aparecen personajes que le tientan, le poseen y le hacen dudar. No hay nada más esquizofrénico que el mundo de los chats. La locura es uno de los grandes riesgos de los desiertos.
La meta no está muy clara, pero Nicolás intuye que lo que hace es una salida a su neurosis, que por otro lado -del microcosmos al macrocosmos- es la propia neurosis del país. Su neurosis tiene en buena medida origen en la relación con su progenitor, un individuo ausente, que le ha dejado, y que finalmente ha optado por el exilio. Lo mismo podría decirse del país: el padre de la patria optó por el exilio. En el inconsciente colectivo uruguayo esa imagen es omnipresente en distintos momentos de la creación artística y cultural a lo largo de la historia. Creo que en este aspecto la novela da absolutamente en el clavo. Hay más estructuras metafóricas/ paralelas, además de la metáfora del ajedrez y de las neurosis personales y colectivas. Vidas Cruzadas es el nombre de su juego virtual, pero en esencia es lo que pasa en sus relaciones reales.
De todas maneras, Nicolás lleva al ganador en su nombre, porque su nombre viene de Niké, "victoria" en griego. La solución finalmente se la da María, “Maria Prophetisa”, según los místicos, nombre para nada casual. En la novela, ella poco a poco va iluminando el camino, y viene a su 'Emotional Rescue', aunque él no lo sabe hasta el final.
Por supuesto, en muchos momentos el periodista musical que hay en vos sale a luz; algo inevitable, supongo. La descripción de los personajes por medio de la música está muy bien dada: conozco mucha gente así en Montevideo, especialmente en ciertas clases sociales y barrios. También la imagen de las bandas de perros abandonados es excelente. Yo he visto eso en un barrio de Montevideo, lo juro.
Ni Nicolás ni sus amigos me caen especialmente bien, pero en el libro hay mucho más de lo que parece en principio, y ese es el gran mérito del escritor. Además de hacer al lector bucear en la psique del personaje, también es una forma de bucear en la suya propia y en la de su sociedad.
* enviado desde Barcelona por Daniel Renna

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